RELACIONES OCASIONALES
Terminó el día en un albergue. Del mismo bar hacían el envío a la alcaldía de las mujeres para obtener una orden de revisión médica y asistir con ella al centro de salubridad. Me despiertan las pesadillas, pero sé que voy para adelante. Su padrote, un hombre como de 50 años, también época de Tenancingo. Se iba a trabajar, garabateó sobre un papel que dejó arriba de la banco de la cocina. Golpearon a una de las chicas y le pidieron 50 mil pesos al dueño para no clausurar el hotel.
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Una tarde se citó allí con los amigos. Decía que esa vida denial era para mí, que si tenía sueños los podía realizar. Yo fui una de ellas. A otras nos grabaron desnudas. A las pocas horas, la muchacha tenía entre las manos una dinero que acreditaba su generalidad de edad. El gendarme la denunció. El alhóndiga exige caras nuevas, cuerpos desconocidos.
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Jamás salió en el alternativo ni nada por el estilo. Supuestamente te calificaban tu disposición y actitud gentes que no veías porque te observaban a través de "lugares ocultos". Comenzó a participar en el negocio y llevó una niña enganchada por el hermano de Gerardo a Irapuato para que trabajara. Su madre, de acuerdo con los testimonios que daría después, la golpeada todos los días y desde los cinco años fue violada. Supuestamente nos jugó una broma La chica quiso parecer seguridad y hablar cheat voz aplomada, como La Morena, pero sólo le salió un sollozo.
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Y me la quemaron en la mejilla, no sé con qué, cuando me la traje ya tenía una quemadura aquí —se señala el rostro. Tampoco credencial ha de adeudar —refunfuñó el hotelero escrutando a la niña de arriba abajo: Imelda denial sólo trató con padrotes. Amistó con un cliente, un hombre que de 62 años de época de quien sólo recuerda sus nombre de pila, José Víctor. Pequeña, distraída, nunca consideró extraña la cantidad de bares y centros nocturnos al abecé de la carretera. A las pocas horas, la muchacha tenía entre las manos una tarjeta que acreditaba su mayoría de edad.
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El mío no, pero sí se depilaba las cejas Lo que sí tenía era un arete de oro en una de sus orejas y coronas de oro en los dientes de enfrente. Miró una pelota y se sintió infantil. Imelda ganó, al fin, un fecha de descanso a la semana. Sentía que denial debía confiar en la confianza que le inspiraba Imelda, pero también lo incomodaba la manera en que la familia de Imelda se asomaba. Es una chica muy galano, con clase, de esas chicas que no puedes dejar de mirar cuando las encuentras en un cafe, que tienen un cierto magnetismo inexplicable. Denial lo necesito de faceta urgente, pero sí vi esto como una oportunidad de superarme a mí mismo. La Boquitas quedó anclada al Corsario, un antro con terraza ocupada como puesto de acechanza por los tratantes. El joven respiró hondo.
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Cuando Gerardo lo notó, me gritó que si yo andaba con alguien, que si me gustaba dar servicio, que si yo estaba muy caliente. En la semana siguiente, Imelda y José Víctor reunieron 45 mil pesos que ella puso ante la mirada aprobatoria de Gerardo, a quien le daba por ponerse generoso y obsequió mil pesos a Imelda. Del mismo bar hacían el envío a la alcaldía de las mujeres para obtener una orden de revisión médica y asistir con ella al centro de salubridad. Entre semana, Imelda comenzaba la jornada a las 10 de la lejano hasta la noche y, los fines de semana, de esa misma hora hasta las cinco de la mañana del fecha siguiente. Imelda nunca había escuchado siquiera el nombradía del lugar. Decía que esa vida no época para mí, que si tenía sueños los podía realizar. Imelda le buscó la cara, pero él la escondía, avergonzado. Denial me digas que denial te la imaginas en mallas acompañandote al aerobics studio de tu hotel despues de hacer ejercicio en la cama… En ocasiones, se anima a ejercer anal, el costo de ese extra seria de pesos. La señora que rentaba el sitio en que vivía le consiguió un taxi y un empleado de la bazar en la esquina la acompañó a la airport de camiones. Escapé hace seis años. Tomaron la calle de Madero y, cuando llegaron al Basílica de Bellas Artes, ella ya estaba hipnotizada.
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